Hubo un tiempo en que los europeos también fuimos indígenas. También fuimos nativos hijos de nuestra tierra, en conexión directa con todos los seres con los que la compartíamos, y también con nuestros ancestros, de quienes habíamos recibido toda la sabiduría acumulada a lo largo de incontables eras.
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Todos estos vínculos se fueron perdiendo a lo largo de nuestra historia hasta que, en los últimos siglos, la ruptura fue culminada en sucesivos episodios de violentas y trágicas guerras. Y hoy, esta humanidad y este planeta han alcanzado un punto crítico en el cual una profunda transformación se ha hecho necesaria y de alguna manera inevitable. Ha llegado el momento de rehacer nuestros vínculos con lo real, con las verdaderas fuerzas que nutren esta vida y este planeta. O tal vez simplemente reconocer que siempre estuvieron allí y, perdidos en un mundo de sombras, no sabíamos verlos.
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Todos estos vínculos se fueron perdiendo a lo largo de nuestra historia hasta que, en los últimos siglos, la ruptura fue culminada en sucesivos episodios de violentas y trágicas guerras. Y hoy, esta humanidad y este planeta han alcanzado un punto crítico en el cual una profunda transformación se ha hecho necesaria y de alguna manera inevitable. Ha llegado el momento de rehacer nuestros vínculos con lo real, con las verdaderas fuerzas que nutren esta vida y este planeta. O tal vez simplemente reconocer que siempre estuvieron allí y, perdidos en un mundo de sombras, no sabíamos verlos.
A través de nuestra dimensión cultural, hemos adoptado gran cantidad de estructuras mentales e intelectuales que condicionan nuestra percepción limitando nuestra capacidad de cambio, constriñendo totalmente nuestras posibilidades y nuestros movimientos. Son una parte importante de ese “mundo de sombras”, que empieza en nuestra propia mente y a menudo es referido, en un común ejercicio de simplificación, como “ego”. Lo primero pues que entendemos necesario reconocer es que cargamos con una estructura psíquica que nos aleja de los vínculos naturales, y en el camino de retomarlos muchas son las barreras perceptivas y puntos de enfoque que debemos disolver o trascender.
No se trata de volver atrás. La vida es cambio, y siempre ha evolucionando creando literalmente nuevos mundos y nuevos universos orgánicos. Esta tan larga crisis (desde nuestra perspectiva humana) en nuestras relaciones sociales, nuestra relación con la naturaleza, y nuestra relación con nuestra propia naturaleza, es también, como todo cuanto acontece en este planeta, parte de nuestra propia evolución...
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